Con la aparición de los aparatos electrónicos han aparecido también nuevos residuos: sustancias químicas tóxicas y metales pesados que cuando se desechan no se disponen de un modo correcto de cara al medio ambiente, un ejemplo puede ser su incineración. Los aparatos electrónicos contienen de 500 a 1000 contaminantes diferentes, se forman por una mezcla de materiales como el plomo, el mercurio, el cadmio, el berilio, además de presentes químicos inflamables, el plástico de las carcasas, los cables de conexión, etc.
Todos los residuos que componen estos aparatos van a parar al suelo o a la atmósfera donde se mezclan con el ambiente y pueden contaminar. Para ello, existen dos opciones universales y al alcance de todos: Reutilizar y reciclar, aunque en este tipo de basura no entra en juego solo la voluntad de reciclar del ciudadano, sino la del productor.
Greenpeace propone una serie de soluciones frente a la basura electrónica. La primera es el planteamiento de leyes que responsabilicen a los fabricantes por los productos que colocan en el mercado durante su producción, el uso que le dan los consumidores y la disposición final del aparato.
Otras de las medidas son la eliminación de sustancias peligrosas que impidan que los peores productos lleguen al mercado, establecer objetivos de recolección ambiciosos con metas a corto plazo y prohibir rutas de escape de los RAEE, es decir, incineración y envíos a sitios que no se ocupen formalmente de este tipo de reciclado.
Vía: Rioja2.com