Teruel aspira a convertirse en un referente internacional del desmantelamiento y reciclaje de aeronaves.
Cuando un avión aterriza en Tarbes -o en Caudé en el futuro- para su almacenaje temporal hasta que vuelva a entrar en uso, o bien para su desmantelamiento si ya ha completado su vida útil es sometido en primer lugar a descontaminación. Todas las partes del aparato se limpian y se convierten en inertes para que las operaciones posteriores puedan ser realizadas en condiciones de seguridad, tanto para el personal que las lleva a cabo, como para el medio ambiente. Así, los depósitos de carburante se vacían por completo de queroseno y son desgasificados. Todos los fluidos (aceites de motor, líquidos de los sistemas hidráulicos o aguas residuales) se recogen para su tratamiento específico en función del tipo de residuos, al igual que los elementos con residuos peligrosos, como los extintores.
Tras esta fase, el propietario del avión puede optar por almacenarlo en las instalaciones, con sus componentes sellados y protegidos para que esté en perfecto estado si en el futuro vuelve a volar, o bien desguazarlo si ha agotado su vida útil.
En este último caso, se pasaría a la segunda etapa de trabajo, el desmontaje y extracción de los equipos conforme a la reglamentación aeronáutica y ambiental. Motores, trenes de aterrizaje, sistemas hidráulicos, acondicionadores de aire, aparatos de control de vuelo y otros materiales se extraen y se envían a talleres especializados para su preparación, de cara a su venta en el mercado de segunda mano para utilizarlos en aviones en funcionamiento.
La tercera etapa es la deconstrucción de la aeronave, separando los materiales reciclables de los que no lo son. El avión se trocea en varias secciones, con herramientas adaptadas a cada material.
Los distintos materiales se clasifican y se destinan a los procesos de tratamiento adecuados para cada uno de ellos. Aquellos que no son reutilizables se remiten a empresas autorizadas para su eliminación segura.
Vía: Diario de Teruel.es