En España se consumen 30 millones de cartuchos para impresora al año. Sus componentes principales son plástico, acero, metales preciosos (oro y plata) y tinta, todos ellos recuperables, excepto esta última. Aún a pesar de esto, sólo se recicla el 10% de los que se utilizan, porque no existe ninguna normativa que obligue a las empresas a hacerse cargo de ellos. El resto acaba en el cubo de la basura mezclado con otro tipo de desperdicios, incluso orgánicos.
La actitud más responsable es acercarlos a un punto limpio o a la tienda donde se adquieran los nuevos. Hewlett-Packard (HP) es una de las grandes empresas de venta de impresoras y cartuchos, que puso en marcha en 1991 un programa para recuperar los componentes de las envolturas de la tinta y poder elaborar con ellos otros nuevos.
El camino del envase de tinta gastado es largo y costoso. Primero llegan a una de las plantas de reciclado que utiliza HP, donde se separan los componentes y se desmenuzan. Estas migas viajan a otra planta situada en Indianápolis (Estados Unidos) para su refinado. De ahí van a Montreal (Canadá), donde se transforman en plástico, listo para fabricar más cartuchos, después de mezclarlas con otros plásticos procedentes de botellas de agua recicladas. El material resultante parte hacia los países de producción de los consumibles (sobre todo en Asia). A pesar de los kilómetros que llegan a recorrer, desde HP aseguran que gracias a este programa han logrado disminuir sus emisiones de CO2 un 22%; el consumo de combustibles fósiles, casi un 50%, y el de agua, en más del 69%. En 2012 tienen previsto reducir los pasos.
Otra forma de reciclado, más habitual, es rellenar los gastados. Es el caso de Optizer, una empresa que no cobra nada por ello.
Biotoner es una de las firmas de referencia en la recogida selectiva de consumibles, con más de 60.000 clientes públicos y privados. Su misión es clasificarlos y seleccionarlos. Una vez elegidos, los envían a terceras empresas para que sean rellenados y vueltos a utilizar.
Vía: EL PAÍS.com