Por los canales que surcan Guiyu, corre un líquido negro que, según un informe de Greenpeace, tiene acidez suficiente como para desintegrar una moneda de un penique en pocas horas.
Las calles se han convertido en un vertedero bien organizado, donde todos los desechos tienen origen electrónico.Teniendo en cuenta que de un ordenador se puede reciclar el 90% de sus componentes, que un frigorífico está compuesto de hierro en un 49% y un televisor tiene hasta un 3% de cobre, las montañas de desechos de Guiyu son una mina. Sus habitantes producen en torno a 600.000 toneladas de materias primas refinadas, entre plástico y metal, una cantidad que equivale a unos dos millones de toneladas de metal bruto en una mina.
Cada familia se especializa en algún componente o tipo de materia prima, y eso supone el contacto con metales pesados y otras sustancias altamente nocivas. Además, nadie cumple las mínimas medidas de seguridad.
Aunque el país prohíbe su importación y es uno de los firmantes de la Convención de Basilea, redactada para impedir que el primer mundo vierta sus aparatos en el tercero, en torno al 55% de esa basura tiene su origen fuera de China.
Vía: HOY.es