La mayoría de los residuos de la construcción y de obras de desmonte acaban en vertederos sin ningún tipo tratamiento previo. De hecho, apenas el 10% del total se recupera y se procesa para su posterior reutilización. La principal razón es que resulta mucho más barato, ya que el coste de su depósito en una escombrera está por debajo de los 2 euros por tonelada, además de la escasez en las Islas de plantas de recuperación y tratamiento.
El Anteproyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados, establece como objetivo que antes de 2020, la cantidad de residuos no peligrosos de construcción y demolición destinados a la reutilización y el reciclado alcance como mínimo el 70% en el peso de los producidos.
Sin embargo, el escaso aprovechamiento del reciclaje como vía de negocio se refleja en en todo el país. En España, sólo hay un centenar de instalaciones de reciclaje y la gran mayoría de ellas son simples plantas móviles de trituración que, o bien se desplazan a las obras, o disponen de una ubicación fija donde reciben los residuos para reciclar. Apenas existe media docena de instalaciones de ciertas dimensiones y equipadas, aunque puede haber más del doble en trámite de autorización.
En el caso de Tenerife, el PTEOR (Plan Especial del Ordenación de los Residuos de Tenerife) consideraba posible que se llegara a 1 tonelada por habitante y para 2016 establecía una generación de algo más de 1.100.000 toneladas. Sin embargo, con el parón sufrido por el sector de la construcción en estos últimos años, se hace necesaria la revisión de estas cifras.