Algunos investigadores estiman que 4,7 millones de toneladas de basura llegan cada año al mar. En su mayoría, son cosas mundanas y cotidianas como platos de picnic, botellas, mecheros, juguetes, cucharas, zapatillas, condones…
El problema ya no es el plástico en sí mismo, sino la enorme cantidad de material existente. La mitad del plástico que se produce sólo se usa una vez antes de ser desechado y una cantidad significativa termina en el mar, arrastrada por los ríos o los sistemas de drenaje, dejada en las playas o arrojada desde los barcos.
Hay que tener presente que estos materiales simplemente no se degradan, como los restos de comida, la madera o el papel. Esto significa que prácticamente todo el material plástico que ha terminado desde siempre en el océano todavía está allí. La sopa plástica formada consiste sobre todo de pequeños fragmentos que flotan sobre o bajo la superficie por miles de kilómetros. Esta pastosa sustancia no puede ser vista por satélite, lo que hace difícil a los científicos medir o monitorear el problema. Es, sin embargo, claramente visible desde cerca.
Las investigaciones han mostrado que estos microplásticos son fácilmente tragados y tienden a absorber contaminantes químicos en el mar, como los pesticidas y a algunos les preocupa que dichos contaminantes terminen en la cadena alimenticia. Como único punto positivo está que, al menos, la contaminación plástica ha comenzado a reconocerse como un problema grave.
Así, en una conferencia realizada en Hawaii en marzo, asociaciones de la industria del plástico de todo el mundo se comprometieron a trabajar con los gobiernos y organizaciones no gubernamentales para aumentar las investigaciones y promover iniciativas de reciclaje e impedir la acumulación de basura.
Vía: Nación.cl